Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el término droga se aplica a cualquier sustancia farmacológicamente activa, tanto de origen natural como sintético o semisintético, que actúa sobre el sistema nervioso central, con la capacidad de modificar su funcionamiento y que, como consecuencia, produce alteraciones en el comportamiento de las personas, en su juicio, en su percepción y en su estado de ánimo, además de tener efectos perniciosos sobre la salud y generar dependencia.
Por lo general, las drogas son sustancias que se consumen porque tienen algún efecto positivo a corto plazo. Algunas provocan claras alteraciones de la percepción y del contenido y curso del pensamiento, lo que permite entrar en un estado de alucinación. Otras veces suscitan sensación de mayor fuerza y potencia, ya sea de tipo físico o en el aspecto intelectual. En otras predomina la capacidad de sedación, de tranquilizar y sosegar la mente. También pueden producir sensación de alejamiento de los problemas, o bien mejorar el estado de ánimo y provocar euforia. Por último, algunos estudiosos piensan que existen drogas con propiedades afrodisíacas.
No obstante, frente a estos efectos positivos, existen otros negativos, de los que el más frecuente es la dependencia o adicción, que se produce por la adaptación del organismo a la presencia constante de una sustancia. Al suprimirse su consumo aparecen efectos adversos tanto en el entorno físico como en el psíquico, provocando el denominado síndrome de abstinencia.
Los efectos negativos de las drogas dependen de numerosos factores: tipo de sustancia, dosis, vías de entrada, personalidad del individuo, etc., aunque siempre repercuten en varios niveles. Un primer nivel estaría en los efectos sobre el sistema nervioso en general y sobre el cerebro en particular; un segundo nivel abarcaría sus efectos sobre otros órganos vitales del cuerpo humano, como corazón, hígado y riñones, y, en tercer lugar, los efectos debidos a la circunstancia de su empleo.
El consumo de drogas a lo largo de la historia
Las referencias históricas más antiguas sobre el consumo de drogas hablan del alcohol y, más concretamente, del vino y de la cerveza. Griegos y romanos bebían vino en sus ceremonias religiosas en honor de los dioses Dioniso y Baco, respectivamente. En la Odisea se citan los efectos analgésicos de la adormidera (Papaver somniferum), planta de la que se extrae el opio.
Durante la edad media, las drogas alucinógenas extraídas de plantas se utilizaban en los rituales de algunos pueblos, que las plantaban y recolectaban bajo la influencia de las fases de la luna. Estas prácticas se relacionaban con la brujería y, por esta razón, fueron perseguidas por la Iglesia, que condenaba a la hoguera a quienes participaban en ellas.
En la Europa del s. XIX, siguiendo los principios de producción y consumo propios del capitalismo, lasguerras del opio entre el Reino Unido y China fomentaron el comercio de drogas con fines estrictamente lucrativos. A partir de este momento no sólo se utilizaron drogas naturales, sino que comenzó a prosperar la industria química de obtención de principios activos derivados de las plantas.
En la actualidad, los códigos penales de numerosos países recogen en sus artículos medidas contra los que cultiven, comercien y trafiquen con drogas tóxicas, al mismo tiempo que establecen medidas de control de la publicidad de las llamadas drogas legales (tabaco y alcohol).
La vía de entrada de una droga en el organismo determina la velocidad de aparición de sus efectos, los sistemas del cuerpo que se ven afectados y los perjuicios derivados de su uso. Las drogas que se inhalan, como la cocaína, el rapé y los disolventes, llegan rápidamente a los pulmones, de donde pasan a la corriente circulatoria que las distribuye por todo el organismo. Las drogas que se aspiran fumándolas, como el tabaco, los derivados del Cannabis o el opio, producen sus efectos gracias a los componentes que surgen de su combustión, que son distribuidos también por la sangre y afectan a las vías respiratorias. Las drogas que se ingieren, como el alcohol y las anfetaminas, antes de llegar a la sangre pasan por el estómago, el intestino y el hígado. Su acción no es inmediata pero sí prolongada. Las drogas que se incorporan directamente al flujo sanguíneo por vía intravenosa, como la heroína, tienen un efecto inmediato.
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